Categorías
Catálogo de las naves Guerra de Troya

Breve análisis del Catálogo de las naves y del Catálogo de los troyanos (I): panorámica general

El Catálogo de las naves es un pasaje que aparece en el canto II de la Ilíada donde se enumeran los distintos territorios, jefes y número de naves de los aqueos que participaron en la guerra de Troya. La lista queda enriquecida con numerosos epítetos y anécdotas. Un pasaje parecido, pero con menos detalles, que aparece en el mismo canto, recogía los territorios y jefes componentes del ejército troyano y sus aliados. Este último se conoce como Catálogo de los troyanos.

Esta serie de artículos pretende analizar -principalmente a través de datos arqueológicos e históricos- algunos aspectos particulares del Catálogo de las naves entre los que se encuentran algunas localizaciones geográficas y posibles conexiones con el mundo de la civilización micénica. También se analizan, de manera más breve, algunos aspectos del Catálogo de los troyanos.

vasija de Cino
Representación de una escena naval procedente de Cino (Lócride) en una pieza de cerámica del Heládico Tardío IIIC (siglo XII a. C.), expuesta en el Museo Arqueológico de Atalanti. Fuente: Wikimedia Commons.

Composición del Catálogo de las naves

En la Wikipedia en español hay una excelente tabla que resume los 29 contingentes del ejército aqueo: la podéis consultar a través de este enlace.

El orden en el que van enumerados los diferentes bloques de ejércitos no es caótico sino que sigue una sucesión premeditada: empezando por Beocia, prosigue por sus territorios más próximos, en una espiral en el sentido de las agujas del reloj; sigue con los diversos territorios del Peloponeso, a continuación gira al oeste para ocuparse de las islas Jónicas y vuelve al continente en Etolia; prosigue con las islas del sur del Egeo y concluye con los territorios de la zona continental situados más al norte, en Tesalia.

catalogo de las naves
Mapa con la ubicación aproximada de los distintos contingentes del catálogo de las naves, donde figuran los números del orden en el que aparecen. Fuente: elaboración propia.

Dentro de algunos contingentes puede extrañar el orden en el que aparecen los diversos topónimos, por ejemplo Aspledón antes que la más importante Orcómeno en el contingente de los minias, Yolco en último lugar del contingente de Eumelo, o Faris delante de Esparta en el contingente de Menelao. Algunos casos seguramente responden a razones relacionadas con la métrica de los versos pero en otros, como el caso de Faris antes que Esparta, el motivo es desconocido.

No suele citarse el número de integrantes que tenía cada nave, excepto en tres casos: beocios (120), contingente de Filoctetes y mirmidones (50 en estos últimos casos). Los arcadios -que habitaban un territorio sin salida al mar- no tenían naves propias y se menciona que estas fueron proporcionadas por Agamenón. Sin embargo, contingentes de otras zonas de Tesalia -al menos el de los Asclepíadas-, procedían también de zonas interiores, y no se alude a ningún préstamo de naves por parte de otros territorios.

Con respecto al número de naves de cada contingente, no parece consistente que algunos territorios, siendo aparentemente de pequeña extensión, dispusieran de cantidades de naves tan proporcionalmente grandes.

Origen de la fuente del Catálogo

Han sido muchos los estudiosos modernos que han tratado la cuestión del origen de la fuente de la que se extrajeron los datos del Catálogo de las naves -así como del Catálogo de los troyanos- y de la autenticidad de la geografía que en él se describe. A finales del siglo XIX una de las posturas más valoradas era la de que el Catálogo procedía de otro poema de época arcaica del ciclo troyano: los Cantos Ciprios, pero a raíz del desarrollo del estudio de la arqueología surgieron muy diversas observaciones y estudios sobre el tema.

Se da la circunstancia de que muchos de los lugares citados en el Catálogo de las naves han sido perfectamente localizados; algunos otros se han tratado de identificar, con dudas, pero otros ya no se conocían en la época clásica griega. Sin embargo, por el momento no ha podido probarse que Homero hubiera cometido algún error al localizar alguna de las poblaciones. Este fenómeno ha intentado explicarse mediante dos vías:

OLYMPUS DIGITAL CAMERA
Armadura micénica de Dendra expuesta en el Museo Arqueológico de Nauplia. Fuente: Wikimedia Commons.

Hay estudiosos (entre ellos, Latacz, 2001) que defienden que el Catálogo de las naves fue transmitido a través de una fuente desconocida en época micénica; posteriormente, en los siglos oscuros (siglos XI-IX a. C.), algunos lugares quedaron despoblados y por tanto ya no se pudieron localizar.

Otros autores (por ejemplo, Giovannini, 1969) creen que el Catálogo de las naves no usó datos de época micénica sino de la época arcaica (en concreto de los siglos VIII o VII a. C.) y todos esos lugares estaban habitados en la época en que tradicionalmente se data la figura de Homero, pero que se abandonaron después de que la Ilíada se hubiera difundido; sin embargo, los defensores de la primera postura argumentan que esto es poco probable debido a que la mera existencia de la Ilíada era una garantía de que esos lugares no podrían caer en el olvido.

En favor de la primera hipótesis también se ha señalado el paralelismo entre la forma en que aparece el Catálogo y los documentos micénicos de lineal B, que habitualmente presentan datos en forma de listas. Además, en tablillas halladas en 1996 en Tebas aparecen, en lineal B, los nombres de tres poblaciones citadas en el Catálogo de las naves y cuya situación había sido olvidada por los geógrafos griegos del periodo helenístico. Se trata de Peteón, Hile y Eleón. También aparece Eutresis, de la que los datos arqueológicos indican que fue destruida en época micénica y no fue reocupada hasta aproximadamente el año 600 a. C.

amth36
Tablillas con inscripciones en lineal B expuestas en el Museo Arqueológico de Tebas. Fuente: Wikipedia Commons

En contra, están algunos datos contenidos en las tablillas de lineal B, que hacen suponer que la extensión de algunos reinos como el de Pilo era distinta a la que se recoge en el Catálogo. Esta idea parece fundamentarse en que las tablillas solo recogen de forma segura dos de topónimos citados por Homero del contingente comandado por Néstor (Pilo y Ciparesente) y otros dos de forma dudosa (Helo y Epi). No obstante, es una suposición bastante discutible, puesto que, por una parte, no hay datos suficientes para situar algunas de las ciudades nombradas en ese contingente. Por otra parte, hay que recordar que las tablillas recogen información de un momento histórico puntual, el de la destrucción de los palacios por fuego, pero la época micénica abarca varios siglos antes de esta destrucción y aproximadamente un siglo después de ella, por lo que los cambios políticos tuvieron que ser abundantes a lo largo de todo el periodo micénico. Lo mismo puede decirse con respecto a los topónimos, que podrían haber cambiado. Una posibilidad adicional es que los topónimos de las tablillas pueden haber recogido lugares que no eran propiamente ciudades, sino distritos o regiones.

Algunos autores (Giovannini, 1969) han tratado de encontrar una fuente concreta de la que tomó forma el Catálogo. De hecho, se ha sugerido la posibilidad de que esta fuente proceda de época arcaica y sea una lista de lugares realizada por el Oráculo de Delfos de los asentamientos que, en una determinada época, eran invitados a las celebraciones religiosas del santuario. Esta hipótesis goza actualmente de muy poca credibilidad debido a que las similitudes entre la supuesta fuente y el Catálogo de las naves no pueden constatarse porque las listas délficas que se conocen son de una época muy tardía.

En el Catálogo de las naves no aparecen aqueos tampoco en la costa de Asia Menor, lo que hace suponer que la fuente de la que nació el Catálogo es anterior a la colonización de la costa de Asia Menor por los griegos. Recordemos que esta, aunque de cronología incierta, es anterior a la colonización del Mediterráneo Occidental iniciada en torno al siglo VIII a. C. Sin embargo, hay constancia de que en la Edad del Bronce había enclaves micénicos, al menos en la zona de Caria (Mileto, que sale en el Catálogo de los troyanos y Muskebi).

El hecho de que Orcómeno se halle separado de Beocia también parece reflejar la realidad micénica: la arqueología ha identificado un centro palacial en Orcómeno. Sin embargo, en este caso la situación de separación del resto de Beocia puede haberse extendido también a periodos posteriores al micénico.

gla._view_of_northern_wall_from_north_east
Restos de muros del yacimiento arqueológico de Gla. Fuente: Wikipedia Commons.

Los defensores de la datación micénica del Catálogo también alegan la ausencia de algunas ciudades que fueron importantes en épocas posteriores (Mégara, Farsalo, etc) . Los detractores, en cambio, recuerdan que no aparecen algunos de los topónimos de ciudades que aparecen en las tablillas de Pilo. Además, oponen que hay lugares de mucha importancia arqueológica en el periodo micénico que no aparecen reflejados, como Midea o la fortaleza de Gla. En este último caso, sin embargo, los datos arqueológicos estiman que este lugar no era una ciudad sino una fortaleza que pudo haber servido también como depósito agrícola.

Otra posibilidad que se ha apuntado (González García, 1997) es la hipótesis de que los lugares citados en realidad constituyan una geografía mítica; es decir, se trataría de una geografía imaginaria que ha sido ajustada a la concepción que se tenía en su época de unos personajes míticos que se movían en un marco espacial determinado.