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Las liras como testimonios de poesía épica en la época micénica

La poesía de Homero no habría podido alcanzar tal grado de perfección sin la existencia previa de una tradición importante de cantores de poesía épica al son de la música. Esta tradición se puede vislumbrar no solo a través de las leyendas sino de algunos objetos arqueológicos de época micénica.

Si hacemos una encuesta sobre cual es la obra de más calidad de la literatura griega estoy bastante seguro de que los poemas homéricos estarán en los primeros lugares, a gran distancia sobre las demás. Que además sean las primeras obras escritas en griego que han llegado a nuestros dias (aunque puede haber un cierto debate en cuanto a su antigüedad) podría considerarse casi milagroso. De hecho algunos piensan que el alfabeto griego se creó expresamente para poner los escrito los poemas homéricos.

Ahora bien, la lógica sugiere que mucho antes de los poemas homéricos, en la época micénica, debieron existir precedentes de una tradición de poesía épica que tuvo que ser prolífica y que culminó en poemas de gran nivel de perfección, precedentes de nuestros poemas homéricos pero que se transmitían de manera oral y, en el dudoso caso en que llegaran a ponerse por escrito, no se conservaron.

Seguramente estos se cantaban con acompañamiento musical. Se conocen algunos instrumentos musicales de época micénica o anteriores, como sistros, o flautas, pero el que más suele asociarse a un uso como acompañamiento musical de cantos y poemas épicos suele ser la lira.

Dos objetos arqueológicos singulares

Hay algunas obras de arte de la época micénica que se pueden relacionar con esta tradición: dos de ellas son el fresco del bardo de Pilo y la lira de marfil de la tumba abovedada de Menidi.

La lira de Menidi, expuesta en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas.

La lira de Menidi, encontrada en un yacimiento arqueológico funerario del Ática, se ha fechado en torno a 1310-1190 a. C. Es de marfil y, tanto el material como el hecho de que conserve restos de relieves, entre los que se distinguen representaciones de esfinges, indican que fue tallada por un artista de un cierto nivel que otorga al objeto un valor considerable y, por consiguiente, prestigio a la persona que lo poseía.

El fresco del bardo de Pilo, que se conserva en el Museo Arqueológico de Jora.

Por otra parte, el fresco del bardo o citaredo de Pilo, de la misma época que la lira de Menidi, se encontraba en el salón del trono del palacio de Pilo entre otros frescos, uno de los cuales representaba un banquete. En él, un músico toca una lira mientras vuela, a su lado, un ave. Muy posiblemente en el contexto representado se trataría de un artista que amenizaría reuniones de los habitantes del palacio. Es discutible el significado simbólico que podría tener el ave, aunque se ha sugerido que podría simbolizar la propia música o tal vez las palabras de un canto.

Textos en lineal B

Se interpreta que los tañedores de lira están mencionados bajo la forma ru-ra-ta-e en las tablillas de lineal B de Tebas. Dado que en las tablillas aparece solamente aquello que interesa a los palacios, si la interpretación es correcta se trataría de una prueba adicional de la importancia de este instrumento, que de alguna forma estaba asociado a los centros de poder del mundo micénico.

Demódoco y Femio

En la Odisea, aparece el aedo Demódoco que, por cierto, era ciego. Ameniza con su canto y al son de una lira un banquete en el palacio del rey de los feacios, Alcínoo. También se menciona a otro aedo, Femio, en la corte de Odiseo, que cantaba para los pretendientes de Penélope en los festines. Puede que en tiempos de Homero los bardos también tuvieran una función asociada con las reuniones sociales de las élites en banquetes, pero el paralelismo entre las descripciones de Homero y el bardo micénico del fresco del palacio de Pilo es electrizante.

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